Harry Brown

Resultará fácil para aquellos que han visto Venganza, película protagonizada por Liam Neeson y de la cual, por cierto, se está preparando segunda parte, percibir ciertas similitudes entre la susodicha y Harry Brown. En ambas, los protagonistas deciden tomarse la justicia por su mano, aunque el motivo de sus actuaciones sea diferente (en la primera de ellas el secuestro de una hija y en la que aquí nos ocupa, el asesinato de un pensionista).

Así las cosas, Harry Brown es un ex militar viudo (interpretado por Michael Caine), quien, tras el asesinato de su mejor amigo a manos de jóvenes criminales, decide tomarse la justicia por su propia cuenta y riesgo ante los escasos avances que realiza la policía.

Tenemos aquí a un grande del cine, Sir Michael Caine, el cual realiza una interpretación en cierta medida espeluznante. La metamorfosis que sufre en el transcurso de la película pone a uno los pelos de punta. Pasamos de ver un anciano y solitario Harry Brown que llora la muerte de su esposa a un frío vengador que, aunque sufre los achaques propios de la edad, parece haberse quitado unos cuantos años de encima. Es como si Caine interpretase dos personajes diferentes, pero ambos unidos por una misma tragedia: la muerte de un ser querido.

Es un film violento, que no se anda con rodeos cuando llega la hora de quitarle la vida a alguien. No hay sentimentalismos ni momentos de duda. Es igual que la víctima sea hombre o mujer, joven o anciano. Simplemente se aprieta el gatillo (o se clava el cuchillo). Aunque en cuestiones de violencia y cine ya estamos curados de espanto, no deja de sorprender la facilidad con la que los personajes de esta película acaban con la vida de las personas. Mismamente, al inicio de la película, un joven asesina a una mujer que está paseando con su bebé tan solo por diversión. Y la misma motivación es la responsable de los posteriores asesinatos. La diversión. Parece ser que el único que no mata por gusto, sino que dispone de sólidas razones, es el señor Brown, aunque lo hace con tal facilidad que da miedo.

Está claro que quien la vea no permanecerá indiferente, a no ser que sea un psicópata, tenga algún otro trastorno de la personalidad o un daño en el lóbulo prefrontal que lo haga insensible a estos sanguinolentos actos. Sin embargo, a pesar del mal cuerpo que pueda dejar, considero oportuna su visualización, al igual que, aprovecho a decir, la anteriormente mencionada Venganza.